La cenicienta que no quería comer perdices!

viernes, 18 de octubre de 2013


Increíble poema escrito por una paciente internada en un neurosiquiátrico...

 Tengo atados los tobillos
a los barrotes cromados
de la gente que me mata
a golpe de compasión...

Os veo en blanco y negro
entre la bruma acolchada...
Tengo atadas las muñecas
al acero de tu alma...

Mi empeño es salir de aquí,
aunque la calle esté muerta...

Resistir me ha agotado,
pero aún me queda fuerza
para recibir la aguja que me inyecta su veneno,
mi pavor y tu locura...

Anhelo la luz del rojo,
el brillo azul de la paz.

Anhelo la danza clara de tus ojos sin compás,
que se desgastan sin rumbo,
serrados por flores muertas...

Aquí lo blanco deviene sudario de la locura
y lo negro se convierte en manto de la ternura...

Atada por las muñecas,
me sacudo con furor,
y oigo rugir a la fiera
del dolor de verse muerta...

Perdida en mi razón,
herida,
lucho por mi libertad,
contra tu miedo y mi espanto.

Lucho con la voluntad
de dar amor al cromado
que perfora mis tobillos.

Atada de pies y manos,
me hiergo sobre las cumbres
de compases de colores,
de esperanzas de mil danzas...

Atada de pies y manos,
me desvanezco al final,
me muero en un sueño dulce...

¿Para qué ya despertar si las calles están muertas y los ojos sin compás?
Publicado 3 days ago por Ana Cortiñas Payeras


Enlaces de interés:

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Por   | LA NACION

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